Fito Páez hizo llover magia sobre el Festival Cordillera

Fito Páez hizo llover magia sobre el Festival Cordillera

En el firmamento del rock argentino, hay nombres que brillan con luz propia, y uno de los más radiantes es sin duda Fito Páez. Su presencia en el escenario del Festival Cordillera 2025 en Bogotá no solo fue un concierto: fue un acto de comunión entre generaciones, una ceremonia donde la nostalgia y el presente se abrazaron bajo la lluvia como viejos cómplices. Desde los primeros acordes, Páez dejó claro que su conexión con Colombia —y especialmente con Bogotá— va más allá de la música: es un vínculo emocional, visceral, construido a punta de canciones que han sido banda sonora de amores, duelos y revoluciones personales.

Fito Páez no es solo un artista: es un capítulo entero en la enciclopedia del rock en español. Surgido de la prolífica escena rosarina, su carrera despegó en los años ochenta junto a Charly García y Luis Alberto Spinetta, para luego consolidarse como solista con joyas como Giros, El amor después del amor y Circo Beat. Su música ha sabido cruzar generaciones y geografías, convirtiéndose en referente de la canción autoral latinoamericana. Cada verso suyo destila inteligencia y emoción; cada melodía lleva impresa la rebeldía elegante que caracteriza al mejor rock argentino.

El amor de Fito Páez por Bogotá es de esos que se notan sin necesidad de explicarse. Cada vez que pisa suelo bogotano, lo hace con el fervor de quien regresa a casa. En esta nueva presentación, bajo un cielo que se abrió en lágrimas, la lluvia se volvió un símbolo perfecto de ese idilio: todos empapados, todos cantando a gritos, todos lloviendo sobre mojado. La multitud, con los ojos brillantes y la ropa pegada a la piel, fue testigo de un espectáculo donde Páez convirtió el frío de la montaña en un fuego emocional que lo abarcó todo.

Con esa voz aguardientera, seria y sagaz, Fito narró historias que conocemos de memoria, pero que siguen sonando como si fueran nuevas. Su interpretación fue puro magnetismo: el piano convertido en nave, su mirada fija y desafiante, sus manos dando vida a un repertorio que ya es patrimonio cultural de Iberoamérica. Cuando sonaron clásicos como Mariposa Tecknicolor y Circo Beat, el público entero pareció elevarse del suelo: volamos como mariposas tecnicolor, bailamos en el circo de su imaginación, y por un instante Bogotá fue Rosario, Buenos Aires, el mundo entero.

Más allá de los aplausos, lo que deja Fito Páez en Bogotá es la confirmación de que su obra trasciende el tiempo. Su capacidad para escribir canciones que se vuelven refugios emocionales, su lucidez para contar el caos con belleza, y su entrega sin reservas en el escenario lo mantienen como uno de los artistas más influyentes de la música en español. En el Festival Cordillera 2025, Páez no solo cerró una jornada épica: abrió de nuevo las puertas de nuestra memoria colectiva y nos recordó por qué su nombre sigue brillando con tanta fuerza en la historia del rock argentino.

Fotos: Julián Pinzón